DIOS SOBERANO
Soberanía de Dios - ¿Qué es?
La soberanía de Dios representa la capacidad de poner en práctica Su santa voluntad o supremacía. El Altísimo, Señor del Cielo y de la tierra, tiene poder ilimitado para hacer lo que haya resuelto. Al ser absolutamente independiente, Dios hace lo que le place. Nadie puede disuadirlo, nadie puede obstaculizarlo. En Su Palabra, Dios declara: "Yo soy Dios, y no hay otro Dios; y nada hay semejante a mí. . . "que digo: 'Mi consejo permanecerá, y haré todo lo que quiero'" Isaías 46:9-10). Nabucodonosor, el Rey de Babilonia, edificó obras arquitectónicas que fueron clasificadas entre las Siete Maravillas del Mundo. Aún así, alabó la soberanía del Altísimo. "Cuyo dominio [el de Dios] es sempiterno, y su reino por todas las edades. . . Y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra. Y no hay quien detenga su mano..." (Daniel 4:34-35).
Soberanía divina significa que Dios es Aquel que se sienta en el Trono del universo. Él es Dios en nombre así como en todas las cosas, dirigiendo todas las cosas, y "el que hace todas las cosas según el designio de su voluntad" (Efesios 1:11). En medio de la aflicción que Dios permitió en su vida, Job reconoce la grandeza y esplendor de Dios en contraste con su propio orgullo y pecado. "Yo conozco que todo lo puedes, y que no hay pensamiento que se esconda de ti" (Job 42:2). Finalmente, Job reconoce que los propósitos de Dios son supremos y que Él es soberano.
La Confesión de fe de Westminster dice: "Dios desde la eternidad, por el sabio y santo consejo de su voluntad, ordeno libre e inalterablemente todo lo que sucede."1
Soberanía de Dios - ¿Cuáles son los Parámetros?
Aunque la supremacía de Dios no tiene restricciones, hasta la soberanía de Dios tiene sus parámetros. "En última instancia, Dios tiene completo control sobre todas las cosas, aunque Él puede escoger permitir que ocurran ciertos acontecimientos según las leyes naturales que Él ha ordenado."2
- Dios no puede hacer nada que vaya en contra de Su propio carácter. Debido a que Dios es inmutable, Sus palabras deben reflejar Su integridad (Números 23:19). Dios no puede mentir (Hebreos 6:18). En todos los casos, Dios no sólo continúa siendo veraz, sino que cumple todas las promesas que hace.
- Dios no puede ser tentado por el mal. No existe ningún elemento en Su naturaleza que pueda ser tentado por el mal (Santiago 1:13). Aunque Dios a menudo nos prueba, Él no tienta a nadie. De hecho, Dios utiliza Su poder ilimitado para permitirnos resistir y escapar del mal (Primera de Corintios 10:13).
- Dios no puede negarse a Sí mismo ni contradecirse. Dios permanece fiel a las promesas de Sus pactos (Malaquías 3:6). Una promesa es tan verdadera como la persona que la hace. Al igual que Dios, Su Palabra es inmutable (Primera de Samuel 15:29). Dios no revoca lo que ha dado ni desecha a quién ha escogido (Romanos 11:29).
- Dios no puede perdonar el pecado mientras no haya sido pagado. Debido a que Dios es justo, no puede simplemente "hacer borrón y cuenta nueva" (Romanos 6:23). Cristo clamó en el Jardín de Getsemaní, "Padre mío, si es posible, pase de mí esta copa. . ." (Mateo 26:39). Cristo tuvo que soportar una terrible agonía física y espiritual, la justicia perfecta de Dios pronunciada sobre el pecado.
- Dios no puede forzar nadie a amarlo ni a recibir Su regalo de salvación eterna mediante Jesucristo. Es un acto de libre albedrío del hombre (Juan 1:11-13). Cuando un individuo escoge responder con fe, recibiendo a Jesús en su vida, se convierte en una nueva criatura.
- Soberanía de Dios - ¿Cómo es vista?
Aunque la soberanía de Dios es infinita, el uso de Su poder está delimitado por Sus otros atributos. Características tales como veracidad, bondad, fidelidad, justicia, y Amor definen cada una de las acciones de Dios. Si un atributo estuviera desproporcionado o exagerado, esto resultaría en un caos a nivel universal.
Imagínese a un dios que favoreciera a una persona más que a otra. Dios no favorece a un individuo por su estatus social, nacionalidad, o bienes materiales (Hechos 10:34-35). En cambio, Dios nos acepta, recibiéndonos en una relación justa, mediante la fe en Jesucristo.
Por la soberanía de Dios tenemos libre albedrío y somos capaces de elegir y tomar decisiones que moldean nuestras vidas. Aunque no poseemos el poder infinito de Dios, podemos someter nuestros corazones, almas, y mentes de maneras que concuerden con Su santa voluntad. De esta manera, honramos al Creador y Sustentador de todas las cosas, reconociendo que Dios es verdaderamente soberano (Colosenses 1:16-17).
Atributos de Dios
Sabiduría: "La sabiduría es la habilidad de idear fines perfectos y de alcanzar esos fines por los medios más perfectos." En otras palabras, Dios no comete errores. Él es el Padre que verdaderamente sabe lo que es mejor, como lo explica Pablo en Romanos 11:33: "¡Oh, cuán grandes son las riquezas, la sabiduría, y el conocimiento de Dios! ¡Cuán imposible es para nosotros entender Sus decisiones y Sus caminos!"
Infinitud: Dios no conoce límites. Él es inconmensurable. Este atributo, por definición, impacta a todos los otros. Debido a que Dios es infinito, todo lo demás en Él también debe ser infinito.
Infinitud de Dios: El Significado
La "Infinitud de Dios" significa un Dios sin límites. Infinitud es ser interminable, vasto, inconmensurable, y universalmente omnipresente. Dios no está limitado, como lo estamos nosotros en nuestra comprensión, ni tampoco está restringido en ningún otro sentido. Cuando Juan escribió las cartas a las siete iglesias, con las palabras que Dios le dio, él dice: "Gracia y paz a vosotros del que es y que era, y que ha de venir..." (Apocalipsis 1:4) Esto describe a Dios, quien no sólo existe hoy, sino que siempre lo ha hecho y siempre lo hará.
En el versículo 8 las mismas palabras de Dios nos dicen "Yo soy el Alfa [principio] y la Omega [fin] y el Primero y el Ultimo." Jesucristo (Dios con nosotros), dice Hebreos 13:8 que es "...el mismo ayer, hoy, y siempre."Cuando este versículo dice que es el mismo, está señalando que Su naturaleza es inmutable, y la gracia que Él ofrece está disponible actualmente y para siempre para todos los que crean en Él.
El Dios Infinito: Conociéndolo
A medida que empezamos a conocer al Dios Infinito, podemos desarrollar una relación con Él, en lugar de sólo saber acerca de Él. Él es omnisciente y todopoderoso. Es soberano y supremo. Es un Dios bueno, misericordioso y amoroso.
Conocerlo personalmente puede cambiar su vida. Con Él podemos vencer la adversidad, y tener el consuelo, la guía, y el poder de Su Espíritu Santo en nuestra vida diaria. Lo mejor de conocer a Dios es que nos ha prometido el perdón de todos los pecados y una vida eterna con Él, si creemos y aceptamos a Su Hijo, Jesucristo, en nuestros corazones.
Para conocerlo sólo se necesita dar un paso sencillo. Pídale que se le revele a usted. Ore para que le perdone cualquier pecado y para que fortalezca su fe. Él es fiel para hacer esto por usted, si usted se lo pide.
Soberanía: Este es "el atributo por el cual Él gobierna a Su creación entera." Es la aplicación de Sus otros atributos, de ser omnisciente y omnipotente. Lo hace completamente libre de hacer lo que Él sabe que es lo mejor. Dios está en control de todo lo que ocurre. El hombre todavía tiene libre albedrío, y es responsable por las decisiones de su vida.
Santidad: Este es el atributo que diferencia a Dios de todos los otros seres creados. Se refiere a Su majestad y a Su perfecta pureza moral. No existe absolutamente ningún pecado o pensamiento malvado en Dios. Su santidad es la definición de lo que es puro y justo en todo el universo. En donde Dios ha aparecido, como a Moisés en la zarza ardiendo, el lugar se vuelve sagrado, sólo por haber estado Dios allí.
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Santidad de Dios - La Distinción
¿Puede el hombre comprender la santidad de Dios? En casi todas las religiones existe una distinción entre lo que es santo y lo que es profano. En la mayoría de los casos, un hombre religioso es aquel para el que algo es sagrado, es decir, santo. La santidad requiere el hacer una distinción entre la santidad constituida por el ser mismo de Dios, y la santidad que refleja el carácter de Su pueblo.
Nuestra comprensión de la santidad de Dios, basada en los sentidos naturales, sigue siendo insuficiente. En Éxodo 15:11, Moisés pregunta: "¿Quién como Tú, Oh Jehová, entre los dioses? ¿Quién como Tú - magnífico en santidad, terrible en maravillosas hazañas, hacedor de prodigios?" La santidad adopta todos los diferentes atributos de cada Persona de la Trinidad, Padre (Juan 17:11), Hijo (Hechos 4:30), y especialmente del Espíritu Santo, ya que Él es el que nos proporciona un conocimiento íntimo de un Dios Santo (1ra de Corintios 2:10). ¿Qué exquisitas palabras existen para darle gloria, honor, y gracias al Señor Dios Todopoderoso? Delante del trono celestial, los ángeles adoraban a Dios, repitiendo día y noche:"Santo, santo, santo." (Apocalipsis 4:8).
En el Antiguo Testamento, el término santidad es aplicado a Dios en dos sentidos. Primero, Dios está separado, existiendo sobre todo lo creado. Aún así, es Dios el que nos llama a una pureza ética. En segundo lugar, ciertas cosas son consideradas santas debido a su conexión con Dios-tierra santa, el santo Sabbat, un lugar santo. La santidad de Dios impregna todo lo que Él toca, especialmente al hombre.
Los encuentros del hombre con la santidad de Dios en el Antiguo Testamento a menudo eran aterradores. Después de la destrucción por parte de Dios del ejército de Faraón, en el Mar Rojo, los israelitas descansaron cerca del Monte Sinaí--donde Dios se le había aparecido a Moisés en una zarza ardiendo. Antes de que Dios estableciera un pacto con Su pueblo les ordenó separarse de impurezas, santificarse para Dios. En el tercer día de preparación, Dios descendió al Monte Sinaí, demostrando Su poder y santidad (Éxodo 19:16-20). Dios les advirtió que cualquiera que tocara la montaña moriría. Sólo a Moisés y Aaron se les permitió estar en la montaña. El Monte Sinaí "fue santificado" --un recordatorio de la sima inconmensurable que existe entre lo divino y lo humano.
Por 100 largos años, el Arca de la Alianza había estado ausente del Tabernáculo y de otros lugares de adoración. Dios había especificado que sólo los levitas debían transportar el arca sobre los hombros, por medio de varas pasadas por anillos de oro conectados al arca. Inclusive a los levitas les estaba prohibido hasta tocar el arca o mirar dentro, porque la santidad de Dios (Su presencia) moraba allí. Aún así, David decidió regresar el arca a Jerusalén sobre un carro. Cuando los bueyes tropezaron, amenazando con derribar el arca, Uza trató de sostener el arca con su mano. Este acto irreverente encendió el furor de Dios, quien hirió a Uza y cayó muerto instantáneamente.(Segunda de Samuel 6:1-11). Aproximarse a la santidad de Dios requiere de reverencia y de una obediencia absoluta a Sus órdenes.
Santidad de Dios - Consagrarse
Cuando consideramos la santidad de Dios pudiera parecer imposible a criaturas imperfectas como nosotros obedecer Su mandamiento de: "Sed santos, porque yo soy santo" (Primera de Pedro 1:15-16). ¿Cómo podemos separarnos totalmente del pecado? Cuando Dios creó al hombre, Él quería que experimentáramos Su gloria. El hombre es la culminación de la obra creadora de Dios. Nuestra existencia no es aleatoria, ni tampoco fue un accidente. Dios sabía lo que estaba creando, y quería que cada uno de nosotros recibiera santidad.
Cuando se le pidió a una bisabuela que describiera "la santidad de Dios." Bea cerró los ojos por un momento: "Devoradora, se adueña de todo el cuerpo, paz, fe, alegría. . . sabiduría." La Gran Depresión, la Segunda Guerra Mundial, el perder a su padre y a su hermano menor cuando niña . . y hasta la viudez no pudieron robarle la intimidad llena de adoración con un Dios Santo. Cuando sentimos la presencia de Dios en tiempos difíciles, abrazamos a un Padre fiel. Cuando fracasamos en todo, nos encontramos con un Dios redentor. Cuando escogemos adorarle, obedecerle, y servirle, independientemente de todo lo que el mundo demanda, experimentamos la santidad de Dios.
Trinidad: Aunque la palabra misma no es utilizada en la Biblia, la verdad de Dios revelándose a Sí mismo en tres personas está incluida. El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo son llamados Dios, se les adora como Dios, existen eternamente, y hacen cosas que sólo Dios podría hacer. Aunque Dios se revela a Sí mismo en tres personas, Dios es Uno y no puede ser dividido. Cuando Uno de los Tres está activo, todos están involucrados completamente.
Doctrina de la Trinidad - Fundamento de la Fe Cristiana
¿Qué es la Doctrina de la Trinidad? En resumen, existe un Dios existiendo eternamente en tres personas: Padre, Hijo (Jesucristo) y Espíritu Santo. Las tres personas de la Trinidad son co-iguales y co-eternas (Génesis 1:26, Isaías 9:6, Mateo 3:16-17; 28:19, Lucas 1:35, Hebreos 3:7-11, y 1ra de Juan 5:7).
Doctrina de la Trinidad - ¿Cómo Podemos Entenderla?
Lo más difícil de la Doctrina de la Trinidad es que no hay manera de explicarla adecuadamente. La Trinidad es un concepto que es imposible de entender completamente por ningún ser humano, ni hablar de explicarlo. Dios es infinitamente más elevado que nosotros, por lo tanto, no debemos esperar ser capaces de entenderlo completamente. La Biblia enseña que el Padre es Dios (Éxodo 3:14), que Jesús es Dios (Juan 8:58), y que el Espíritu Santo es Dios (Hechos 5:3-4). La Biblia también enseña que existe sólo un Dios (Deuteronomio 6:4; Santiago 2:19). Es incomprensible para la mente humana cómo pueden ser verdaderas estas dos afirmaciones de doctrina. Sin embargo, esto no significa que las dos no sean verdaderas.
Doctrina de la Trinidad - Ninguna Ilustración es Completamente Exacta
Con respecto a la doctrina de la Trinidad, ninguna de las ilustraciones populares son descripciones completamente exactas. La del huevo falla en que la cáscara, la clara, y la yema son partes del huevo, no son el huevo por sí mismas. El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo no son partes de Dios, cada uno de ellos es Dios. La ilustración del agua es un poco mejor, pero continúa fallando en describir adecuadamente la Trinidad. El líquido, el vapor, y el hielo son formas del agua. El Padre, el Hijo, y el Espíritu Santo no son formas de Dios, cada uno de ellos es Dios. Entonces, aunque estas ilustraciones nos pueden dar una imagen de la Trinidad, la imagen no es enteramente cierta ni completa. Un Dios infinito no puede ser descrito completamente por una ilustración finita.
En lugar de enfocarse en la Trinidad, trate de enfocarse en el hecho de la grandeza de Dios y en Su naturaleza infinitamente más elevada que la nuestra. "¡Oh profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son Sus juicios, e inescrutables Sus caminos! Porque ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue Su consejero?" (Romanos 11:33-34)
Jehová Dios es Dios el Padre, Dios el Hijo, y Dios el Espíritu Santo -- tres Personas, un Dios. Tertuliano (160-215 d.C) explicó: "Definimos que hay dos, el Padre y el Hijo, y tres con el Espíritu Santo, y este número está constituido por el patrón de la salvación... Existen tres, no en dignidad, sino en grado. No en sustancia, sino en forma. No en poder, pero en clase. Son de una sustancia y poder, porque hay un sólo Dios de quien estos grados, formas, y clases se devienen en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo."
Doctrina de la Trinidad - ¡Dios Está Más Allá de la Comprensión!
El corazón de la Doctrina de la Trinidad es la realidad de una Deidad trina - Dios vive en comunión y relación Consigo Mismo. Este es un concepto difícil de entender. Pero pongamos en perspectiva una doctrina del tamaño de Dios -- Dios está más allá de nuestra comprensión. "'Porque Mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos Mis caminos,' dijo Jehová. 'Como son más altos los cielos que la tierra, así son Mis caminos más altos que vuestros caminos, y Mis pensamientos más que vuestros pensamientos'" (Isaías 55:8-9). No debería molestarnos el que no podamos entender la "tri-unidad." No podemos entender tampoco el infinito, la eternidad, ni la electricidad, pero la realidad es real ya sea que la entendamos o no.
Todo lo que necesitamos saber en realidad acerca de la Doctrina de la Trinidad es: "Por tanto, id y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo..." (Mateo 28:19)
Omnisciencia: "Dios posee un conocimiento perfecto y por lo tanto no necesita aprender. Dios nunca ha aprendido y no puede aprender." La Omnisciencia significa un conocimiento total. Dios lo sabe todo, y su conocimiento es infinito. Es imposible esconderle nada a Dios.
Fidelidad: Todo lo que Dios ha prometido pasará. Su fidelidad garantiza este hecho. Él no miente. Lo que Él ha dicho en la Biblia acerca de Sí mismo es verdad. Jesús hasta dijo que Él es la Verdad. Esto es extremadamente importante para los seguidores de Jesús, porque es en Su fidelidad donde descansa nuestra esperanza de vida eterna. Él honrará Su promesa de que nuestros pecados serán perdonados y de que nosotros viviremos para siempre con Él.
Fidelidad de Dios - Descubriendo Su Fidelidad
La fidelidad de Dios es verdadera y ha sido demostrada muchas veces. En las Sagradas Escrituras podemos ver que Dios es fiel y que Su Palabra es verdadera. Hebreos 6:18 dice que Dios no puede mentir, ni tampoco puede romper una promesa incondicional que dice que cumplirá. Cada pacto que hace es mantenido. Cada promesa o profecía se ha cumplido o se cumplirá. Por toda la Biblia ciertamente encontramos testimonio tras testimonio de la fidelidad de Dios y todavía hoy la encontramos en los testimonios de personas.
De hecho, podemos encontrar historias de pactos entre Dios y Su pueblo aproximadamente 277 veces en la Biblia. Deuteronomio 7:9 dice "Conoce, pues, que Jehová tu Dios es Dios, Dios fiel, que guarda el pacto y la misericordia a los que le aman y guardan sus mandamientos, hasta mil generaciones."
Fidelidad de Dios - Ejemplos
La fidelidad de Dios es completamente evidente en Su relación con el pueblo hebreo/judío. Dios hizo un pacto de tierra con Abraham (patriarca de muchas naciones) y nunca ha rescindido lo que prometió. Aunque el pueblo judío ha sido dispersado por todo el mundo, Dios prometió que volverían a la tierra que Él le prometió a Abraham, Isaac, Jacob, y a todos sus descendientes (Zacarías 8:7-8).
Entre las promesas cumplidas de Dios encontramos que el pueblo de Israel volvería a ser una nación en la tierra que Él dice que les pertenece. Esta profecía, hecha en el Antiguo Testamento, fue cumplida en mayo de 1948. Desde entonces, el pueblo judío ha estado regresando a casa.
Más ejemplos de la fidelidad de Dios en mantener Sus pactos con otros pueden encontrarse en los siguientes versículos:
- Con Noé (Dios salvará a Noé y a su familia) - Génesis 6: 17-18; 9:9-17
- Con Ismael (Dios bendecirá a Ismael y a sus descendientes) - Génesis 17:18-20
- Con Moisés (Dios salvará a los israelitas si obedecen) - Éxodo 19:5
- Con Jacob (Dios reafirma el pacto eterno con Israel) Salmo 105:10
- Dios envió a Su Hijo, (Mateo 1:21-22) por medio de Él tenemos vida eterna - Juan 3:16
- Cristo murió para pagar por nuestros pecados - 1ra de Tesalonicenses 5:9-10
- Dios promete quitar nuestros pecados - Romanos 11:25-27
- Dios ordenó a Jesús, el autor de la salvación eterna, por ser obediente - Hebreos 5:5-10
- Dios echará nuestro pecado en las profundidades del mar (para nunca más recordarlo) - Miqueas 7:18-19
Fidelidad de Dios - Las Promesas
Dios es tan fiel que cualquiera que le busca lo puede encontrar. La fe es un regalo, pero inclusive un regalo debe ser abierto para poder disfrutarlo. A medida que ponemos en práctica nuestra fe, comenzamos a darnos cuenta cada vez más de la fidelidad de Dios para con nosotros.
- Primera de Corintios 1:9 - "Fiel es Dios, por el cual fuisteis llamados a la comunión con su Hijo Jesucristo nuestro Señor."
- Primera de Corintios 10:13 - "No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea humana. Pero fiel es Dios que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir. Sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar."
- Segunda de Tesalonicenses 3:3 - "Pero fiel es el Señor, que os afirmará y guardará del mal."
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Plan de Salvación: Nacer de Nuevo es la Respuesta a la Pregunta más Importante de la Vida
Plan de Salvación - Pensamos que la pregunta más importante de la vida es: "¿Vas a ir al cielo cuando mueras?" No depende de cuán bueno eres, de si vas a la iglesia, de cuánto dinero das a la caridad. Dios dice, que para ir al cielo, debes nacer de nuevo (Juan 3:3).
Plan de Salvación: ¿Cómo podemos Nacer de Nuevo?
El plan de salvación está en la Biblia. Dios nos da un claro plan para "nacer de nuevo".
Primero, debemos reconocer a Dios como el creador de todo y aceptar nuestra humilde posición en la creación de Dios. "Digno eres, Señor y Dios nuestro, de recibir la gloria, la honra y el poder, porque tú creaste todas las cosas; por tu voluntad existen y fueron creadas" (Apocalipsis 4:11).
Luego, debemos reconocer que somos pecadores. "Pues todos han pecado y están privados de la gloria de Dios" (Romanos 3:23).
Dado que somos pecadores, estamos condenados a muerte. "Porque la paga del pecado es muerte" (Romanos 6:23). Esto incluye separación eterna de Dios.
Pero Dios nos amó tanto a cada uno de nosotros, que entregó a su único Hijo, Jesús, para sobrellevar nuestro pecado y morir en nuestro lugar. "Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros" (Romanos 5:8). Aunque nosotros no podemos entender cómo, Dios dijo que nuestros pecados fueron colocados en Jesús y que él murió en nuestro lugar. Jesús se convirtió en nuestro sustituto.
En la Biblia, un carcelero preguntó a sus prisioneros Pablo y Silas: "Señores, ¿qué tengo que hacer para ser salvo? -Cree en el Señor Jesús; así tú y tu familia serán salvos -le contestaron.
La Biblia es clara, cree en Jesús como aquel que cargó tus pecados, murió en tu lugar, fue enterrado y luego resucitado por Dios. Es la sangre de Cristo y la resurrección que nos aseguran la vida eterna cuando lo llamamos nuestro Señor y Salvador. "Porque todo el que invoque el nombre del Señor será salvo" (Romanos 10:13). "Todo el que" incluye a todos y cada uno de nosotros.
Por lo tanto, si tú entiendes que eres un pecador y crees que Jesucristo vino como el único Redentor del pecado, entonces entiendes el plan de salvación. La pregunta es: ¿Estás listo para implementar el plan, recibiendo el regalo de Dios, Jesucristo? Si es así, cree en Jesucristo, arrepiéntete de tus pecados y entrégale el resto de tu vida a él como tu Señor:
- "Padre, sé que he quebrantado tus leyes y que mis pecados me han separado de ti. Estoy sinceramente arrepentido y ahora quiero apartarme de mi pasado pecaminoso y dirigirme hacia ti. Por favor, perdóname y ayúdame a no pecar de nuevo. Creo que tu hijo Jesucristo murió por mis pecados, resucitó de la muerte, está vivo y escucha mi oración. Invito a Jesús a que se convierta en el Señor de mi vida, a que gobierne y reine en mi corazón de este día en adelante. Por favor, envía tu Espíritu Santo para que me ayude a obedecerte y a hacer tu voluntad por el resto de mi vida. En el nombre de Jesús oro, amén."
Si decidiste convertirte en cristiano el día de hoy, bienvenido a la familia de Dios. Ahora, como una forma de crecer más cerca de él, la Biblia nos dice que sigamos adelante con nuestro compromiso
- Bautízate como lo ordenó Cristo.
- Dile a otra persona de tu nueva fe en Cristo.
- Pasa tiempo con Dios cada día. No tiene que ser un largo periodo de tiempo. Simplemente desarrolla el hábito diario de orar y leer su Palabra. Pídele a Dios que incremente tu fe y tu comprensión de la Biblia.
- Busca estar en comunión con otros cristianos. Sé parte de un grupo de amigos Cristianos que responda tus inquietudes y te apoye.
- Encuentra una iglesia local en la que puedas adorar a Dios.
Bautismo de Agua - Mucha Gente Pregunta Si Es Necesario para la Salvación
El bautismo no es un acto que nos da entrada al cielo - es la fe en Jesucristo como Señor y Salvador lo que nos da esa seguridad. El bautismo (por inmersión total, como lo enseña la Biblia) es un acto de obediencia que debe ser una parte inmediata de nuestra aceptación del regalo de gracia ofrecido por Jesucristo. Pero eso no significa que alguien que le dé verdaderamente su corazón a Jesús en su lecho de muerte, en el fragor de la guerra, o en un avión a punto de estrellarse, no será admitido en el cielo porque no se bautizó. El ladrón en la cruz al lado de Jesús no tuvo tiempo de ser bautizado antes de morir, pero tuvo la oportunidad de creer en Jesús y puso su confianza en Él, y Jesús respondió diciendo: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso" (Lucas 23:43).
La fe verdadera en Jesucristo y su trabajo en la cruz por nuestros pecados es suficiente para la salvación. Cristo ya lo ha hecho todo. Por definición, Su gracia no requiere ninguna "obra" adicional por parte nuestra. Dicho esto, Jesucristo nos manda a bautizarnos (Mateo 28:18-20), y por lo tanto, todos los creyentes deberían bautizarse. Inmediatamente después del mandamiento de Cristo, el libro de los Hechos describe la práctica de bautizar a casi todos los grupos o individuos que creyeron el mensaje del Evangelio de los apóstoles (Hechos 2:37-41; 8:5-13; 8:35-39; 9:10-18; 10:34-48; 16:13-15; 16:30-33; 18:8; and 19:1-6).
Bautismo de Agua - ¿Qué simboliza?
De acuerdo con la Biblia, el simbolismo del bautismo declara que a los creyentes que son bautizados le ocurren tres cosas: (1) Su vieja naturaleza muere con Cristo; (2) resucitan con Cristo para convertirse en una nueva criatura; y (3) son incorporados a su nueva vida con una comunidad viva que espera la venida del Señor (Romanos 6:1-11). Contrariamente a lo que enseñan algunas denominaciones, parece obvio que el bautismo cristiano debe necesariamente requerir una decisión responsable de aceptar a Jesucristo como Señor y Salvador, y por lo tanto, debe ser retrasada hasta tener uso de razón o discreción (conocer lo bueno y lo malo dentro de la perspectiva de Dios).
Resumidamente, Jesucristo manda a sus seguidores a bautizarse. Aunque el acto del bautismo no ocasiona la salvación eterna, parece que cualquier creyente que rechace el bautismo debe examinar verdaderamente su conversión.
"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: 'Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado. Y he aquí Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo.'" (Mateo 28:18-20).
Las Escrituras dicen lo mismo, enfática y claramente:
"Ninguno puede venir a mí, si el Padre que me envió no le trajere; y yo le resucitaré en el día postrero" (Juan 6:44).
"Y dijo: Por eso os he dicho que ninguno puede venir a mí, si no le fuere dado del Padre" (Juan 6:65).
"Los gentiles, oyendo esto, se regocijaban y glorificaban la palabra del Señor, y creyeron todos los que estaban ordenados para vida eterna" (Hechos 13:48).
"Entonces una mujer llamada Lidia, vendedora de púrpura, de la ciudad de Tiatira, que adoraba a Dios, estaba oyendo; y el Señor abrió el corazón de ella para que estuviese atenta a lo que Pablo decía" (Hechos 16:14).
"Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque del, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén" (Hechos 11:34-36).
"Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación, santificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (1ª Corintios 30:31).
"...porque estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo" (Filipenses 1:6).
"Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo" (Tito 3:5).
"Puestos los ojos en Jesús, el autor y consumador de la fe, el cual por el gozo puesto delante de él sufrió la cruz, menospreciando el oprobio, y se sentó a la diestra del trono de Dios" (Hebreos 12:2).
"No me elegisteis vosotros a mí, sino que yo os elegí a vosotros, y os he puesto para vayáis y llevéis fruto, y vuestro fruto permanezca; para que todo lo que pidiereis al Padre en mi nombre, él os lo dé" (Juan 15:16).
El otro lado de la ecuación, también es verdad. Aquellos que están perdidos eternamente, lo son porque Dios no los eligió para salvación:
"Después oí la voz del Señor, que decía: ¿A quién enviaré, y quién irá por nosotros? Entonces respondí yo: Heme aquí, envíame a mí. Y dijo: Anda, y di a este pueblo: Oíd bien, y no entendáis; ved por cierto, mas no comprendáis. Engruesa el corazón de este pueblo, y agrava sus oídos, y ciega sus ojos, para que no vea con sus ojos, ni oiga con sus oídos, ni su corazón entienda, ni se convierta, y haya para él sanidad" (Isaías 6:8-10).
"Vi una de sus cabezas como herida de muerte, pero su herida mortal fue sanada; y se maravilló toda la tierra en pos de la bestia, y adoraron al dragón que había dado autoridad a la bestia y adoraron a la bestia, diciendo: ¿Quién como la bestia, y quién podrá luchar contra ella? También se le dio boca que hablaba grandes cosas y blasfemias; y se le dio autoridad para actuar cuarenta y dos meses. Y abrió su boca en blasfemias contra Dios, para blasfemar de su nombre, de su tabernáculo, y de los que moran en el cielo. Y se le permitió hacer guerra contra los santos, y vencerlos. También se le dio autoridad sobre toda tribu, pueblo, lengua y nación. Y la adoraron todos los moradores de la tierra cuyos nombres no estaban escritos en el libro de la vida de Cordero que fue inmolado desde el principio del mundo" (Apocalipsis 13:3-8).
"La bestia que has visto, era, y no es; y está para subir del abismo e ir a perdición; y los moradores de la tierra, aquellos cuyos nombres no están escritos desde la fundación del mundo en el libro de la vida, se asombrarán viendo la bestia que era y no es, y será" (Apocalipsis 17:8).
Se debe comprender bien lo que aquí se dice. Para ser salvos, los hombres deben confiar en Jesucristo, como la provisión de Dios para salvar a los pecadores que estaban perdidos. Y cuando lo hacen, es porque Dios les ha dado el corazón para hacerlo. Hombres que han ejercitado la fe fuera del corazón, Dios les ha hecho creer:
"Y circuncidará Jehová tu Dios t corazón, y el corazón de tu descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que vivas" (Deuteronomio 30:6).
"Pero este es el pacto que haré con la casa de Israel después de aquellos días, dice Jehová: Daré mi ley en su mente, y la escribiré en su corazón; y yo seré a ellos por Dios, y ellos me serán por pueblo" (Jeremías 31:33).
De la misma manera, cuando los hombres están eternamente perdidos, se debe a que han elegido rechazar la revelación de Dios (Romanos 1:8ss) y Su provisión para la salvación en Jesucristo. ¿Por qué los pecadores se van al infierno? Mueren porque no han elegido a Dios. También porque Dios no les ha elegido para rescatarlos de su pecado y de su rebelión. En términos más simples, los hombres no sólo van al infierno porque Dios lo ha decretado, sino porque lo merecen (ver Apocalipsis 16:4-7).
La Deplorable Promesa de Israel
(Romanos 9:1-5)
"Verdad digo en Cristo, no miento, y mi conciencia me da testimonio en el Espíritu Santo, que tengo gran tristeza y continuo dolor en mi corazón, Porque deseara yo mismo ser anatema, separado de Cristo, por amor a mis hermanos, los que son mis parientes según la carne; que son israelitas, de los cuales son la adopción, la gloria, el pacto, la promulgación de la ley, el culto y las promesas; de quienes son los patriarcas, y de los cuales, según la carne, vino Cristo, bendito por los siglos. Amén"
En los primeros ocho Capítulos del Libro de Romanos, Pablo establece la explicación más detallada y racional del evangelio de Jesucristo. Entre Romanos 1:18-3:20, Pablo establece la doctrina de la depravación humana -esa condición pecadora y caída de todo ser humano, sin excepción- que ubica a los pecadores bajo la sentencia de la condenación divina, sin esperanza de salvación aparte de la intervención divina. Entre Romanos 3:21-5_21, Pablo explica la provisión divina en la los pecadores pueden ser justificados por fe en Cristo. En los Capítulos 6-8, Pablo habla de las implicaciones presentes y futuras de esta justificación por fe.
Hasta ahora, Pablo ha hablado tanto de judíos como gentiles como los receptores de la justificación por fe. En los Capítulos 9-11, demuestra que la incredulidad de los judíos y la salvación de los gentiles, no son evidencias de un error de la Palabra de dios, sino más bien a un cumplimiento inesperado; pero preciso, de Su Palabra. En el Capítulo 9, Pablo da a conocer que la doctrina de la elección es una manifestación de la soberanía de Dios en la salvación y que explica la incredulidad de muchos judíos y también la conversión de muchos gentiles. Para decirlo con simplicidad, aquellos muchos judíos (y gentiles) que han rechazado la obra de Jesucristo y que por lo tanto, están perdidos eternamente, son una ilustración de la soberanía de Dios en la salvación. Y aquellos gentiles (y judíos) que han llegado a la fe en Jesús, como el Mesías prometido, son salvos por la obra externa de la soberanía de Dios en la salvación.
Dos Observaciones Muy Importantes
Antes de considerar los detalles de este pasaje, se deben considerar dos observaciones muy importantes concernientes al texto como un todo. Estas observaciones son necesarias, debido a aquellos que no quieren reconocer la soberanía de Dios en la salvación (incluyendo especialmente la doctrina de la elección). Evitan evitar el tema, insistiendo que Pablo está hablando aquí de una elección corporativa y no individual, y que esta elección no está dirigida a la salvación o al tormento eterno, sino más bien a ciertas bendiciones. El texto nos obliga fuertemente a diferir con este punto de vista y a oponernos.
Primero, deberíamos observar que los versículos 1-5, reforzados por los versículos 22-23, insisten que se trata de la salvación y de nada menos. En términos simples, Pablo está hablando acerca del cielo y del infierno, quienes van allá y porqué. Pablo está muy desesperado porque sus hermanos israelitas están perdidos y bajo la condenación divina. ¿Por qué entonces dice que desea ser maldito, separado de Cristo, a favor de sus hermanos (Romanos 9:3)? La curación no debe ser más grave que la enfermedad y es así que vemos que la enfermedad es la de los condenados eternos.
Segundo, observamos que el texto no se trata acerca de una salvación colectiva, sino que de una individual. Decir que la salvación es colectiva, es no comprender que esto es precisamente lo que el pasaje rechaza. Los judíos amaban la doctrina de la elección, porque aplicaban equivocadamente la elección corporativa a la descendencia de Abraham.61 Creían que ellos eran los elegidos de Dios y todo el resto los no elegidos. Creían que todos los judíos irían al cielo y todos los gentiles al infierno. A unos pocos gentiles que primero tendrían que hacerse prosélitos, se les podría otorgar la bendición de irse al cielo. La elección, vista de esta forma, era un deleite para los judíos. Pero esta no es la elección que enseña la Palabra de Dios.
Esta es exactamente la clase de 'elección' a la que Pablo se opone. En Romanos 9, Pablo prueba que la elección de Dios no es corporativa y que no todos los descendientes físicos de Abraham y de Jacob (también llamado Israel), eran receptores de las prometidas bendiciones de Dios. El fallo de la nación de Israel con relación al Mesías, no fue un error de la Palabra de Dios, sino el de aquellos que presumieron que las benditas promesas de Dios, eran colectivas -con lo que se incluían en ellas a todos los judíos y excluían a todos los gentiles. Por lo tanto, en Romanos 9:6-18, Pablo cita tres ilustraciones de la elección individual de Dios: Isaac y no Ismael (9:6-9); Jacob y no Esaú (9:10-13) y Moisés y no el Faraón (9:14-18).
De acuerdo a lo que Pablo dice, el problema de la incredulidad judía (en Jesús como el Mesías) y de la creencia de los gentiles no se debe considerar como que si las promesas de Dios hubieran fracasado. Más bien, la bendición de salvación de Dios jamás se ha concedido sobre la base de lo que son o hacen los hombres. La salvación siempre ha sido sobre la base de la elección divina.Tampoco son elegidas las personas que son 'merecedores', porque las que 'no lo merecen', no lo son. Los que han sido elegidos, son los que no son merecedores de haberlo sido, los que cuya salvación se debe solamente a la soberana gracia de Dios. En este Capítulo de Romanos, Pablo insiste en que Dios por último determina el destino eterno de los hombres. Sólo aquellos que Él ha escogido le escogerán a Él. Aquellos a quienes Él ha rechazado, le rechazarán persistentemente. Dios elige a algunos para ser salvos y ordena la condenación eterna para el resto. En Romanos 9, Pablo no sólo demuestra la verdad de esta afirmación a partir del Antiguo Testamente; también manifiesta las objeciones que la doctrina de la elección provoca. Entonces las responde de un modo que defiende la doctrina de la soberanía de Dios en la salvación.
En los versículos 15, Pablo revela lo que su corazón siente con relación a sus hermanos israelitas. No escribe como un traidor a su nación, sino como un verdadero patriota. Él ama a sus hermanos israelitas y si pudiera, estaría dispuesto a sacrificar su vida por su salvación. Escribe con un corazón quebrantado y con un deseo sincero de ver a su pueblo salvo.
La condición espiritual deplorable de la nación de Israel, no se debe a una falta de exposición a Dios, sino que más bien es a pesar de los privilegios espirituales no paralelos que Dios se prodiga con los judíos. Su incredulidad, a pesar de tantos privilegios que Dios les ha otorgado, les separó de Él. Consideremos algunos de estos privilegios:
(1) Su adopción como hijos (su llamado a ejercitar que la soberanía de Dios gobierna sobre la tierra -Éxodo 4:22-23; 2 Samuel 7:12-6; Salmo 2:1-9; comparar con Romanos 8:18-25).
(2) La gloria (la revelación de la gloria de Dios a los israelitas -Éxodo 40:34-35; 1 Reyes 8:10-11).
(3) Los pactos (Génesis 12:1-3; 17:2; Deuteronomio 28-31).
(4) La entrega de la Ley (Éxodo 20ss; Deuteronomio 5ss; Salmo 147:19).
(5) El servicio del templo (Deuteronomio 7:6; 14:1ss; Hebreos 9:1-10).
(6) Las promesas de Dios (Hechos 2:39; 13:32-33; Gálatas 3:13-22; Efesios 2:12).
(7) Los patriarcas (Deuteronomio 7:8; 10:15; Hechos 3:13; Romanos 11:28).
(8) Los judíos (específicamente la tribu de Judá) son el pueblo del cual saldrá el Mesías (Génesis 12:1-3; 2 Samuel 7:14; Mateo 1:1-16; Lucas 1:26-33).
A pesar de sus tantos privilegios, la condición de Israel ilustra un principio muy relacionado con la doctrina de la soberanía de Dios en la salvación o, más sencillo, la elección divina: La salvación de Dios no está dirigida hacia los privilegiados, a quienes podríamos juzgar merecedores de la salvación, sino a aquellas almas patéticas que no son merecedoras de la salvación, a quienes el mundo incrédulo considera no merecedores de ella.
Los escribas y los fariseos no podían comprender la razón porqué Jesús les asociaba con los 'pecadores'. La respuesta de nuestro Señor, no era la que querían oír:
"Y Leví le hizo gran banquete en su casa; y había mucha compañía de publicanos y de otros que estaban a la mesa con ellos. Y los escribas y los fariseos murmuraban contra los discípulos, diciendo: ¿Por qué coméis y bebéis con publicanos y pecadores? Respondiendo Jesús, les dijo: Los que están sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores al arrepentimiento" (Lucas 5:29-32).
Las palabras de Pablo a los cristianos corintios, tampoco adulan a los santos, pues enfatizan que la salvación es el resultado de la elección de Dios y que aquellos que Él elige no son los que nosotros esperaríamos:
"Pues mirad, hermanos, vuestra vocación, que no sois muchos sabios según la carne, ni muchos poderosos, ni muchos nobles; sino que lo necio del mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil de mundo escogió Dios, para avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es, para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia. Mas por él estáis vosotros en Cristo Jesús, el cual nos ha sido hecho por Dios sabiduría, justificación y redención; para que, como está escrito: El que se gloría, gloríese en el Señor" (1ª Corintios 1:26-32).
En este texto se dicen dos cosas que debiera evitar que un cristiano se enorgullezca o crea que él tiene algo que ver en su salvación. Primero, es Dios quien lo ha hecho todo. Es 'por Su obra' que alguien es salvo (versículo 30). Es Él quien nos ha elegido (primero), no nosotros que le hayamos escogido a Él (Juan 15:16). Segundo, no nos atrevamos a jactarnos en nosotros mismos como cristianos, porque por lo general la gente que Dios elige es aquella que ha sido necia, débil y deshonesto (versículos 27-28). Si alguien se jacta en su salvación, se debe jactar en el Señor, pues la salvación es del Señor.
El error del judaísmo es haber pretendido que al haber tomado parte de los privilegios nacionales de Israel (los que se detallan en los versículos 4-5), les asegura de tomar parte en forma individual de la bendición de la salvación eterna. Juan el Bautista, atacó este error en los primeros tiempos del Evangelio:
"Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque yo os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aún de estas piedras. Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego" (Mateo 3:8-10).
La salvación no está determinada por sus ancestros o por su raza; no está determinada sobre la base de algún privilegio que hayamos recibido. La salvación está basada solamente en la elección individual de Dios, que resulta en tener fe en Jesucristo, para el perdón de los pecados y el don de la vida eterna.
Hay quienes asumen erróneamente que el crecer en un hogar cristiano, les asegura la bendición de la salvación. Existen privilegios en el hecho de ser parte de una familia cristiana (ver 1ª Corintios 7:12-14); pero no hay seguridad en que por el hecho de haber crecido en una familia cristiana, le haga salvo. Muchos padres cristianos se sienten culpables si sus hijos no creen en Cristo; pero ellos no tienen control alguno sobre este asunto. Todo lo que pueden hacer es vivir su fe en obediencia a las Escrituras en el contexto familiar y reconocer que la salvación es del Señor. El crecimiento en medio de cristianos, no es garantía de salvación, de la misma manera que crecer en un ambiente pagano no le condena a uno a ser un incrédulo. De la misma forma como no debemos enorgullecernos de nuestra propia salvación, o de la de alguien más, tampoco debemos culparnos a nosotros mismos cuando aquellos que amamos rechazan el evangelio que nosotros hemos abrazado.
¿Salió Algo Mal en el Plan?
(Romanos 9:6-13)
"No que la palabra de Dios haya fallado; porque no todos los que descienden de Israel son israelitas, ni por ser descendientes de Abraham, son todos hijos; sino: En Isaac te será llamada descendencia. Esto es: no los que son hijos según la carne son los hijos de Dios, sino que los que son hijos según la promesa son contados como descendientes. Porque la palabra de la promesa es esta: Por este tiempo vendré, y Sara tendrá un hijo. Y no sólo esto, sin también cuando Rebeca concibió de uno, de Isaac nuestro padre.(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor. Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí"
Isaac, no Ismael
(Romanos 9:6-9)
Una primera mirada, nos sugiere que algo ha ido mal. Si muchos judíos están rechazando a Jesús como el Mesías y muchos gentiles están llegando a Él por medio de la fe, ¿no es lo contrario de lo que Dios prometió? ¿Ha ido algo mal en el plan de Dios? Con más precisión, ¿han fallado las promesas de Dios? ¿Ha fallado la Palabra de Dios (versículo 6)? Pablo nos informa inmediatamente que no ha habido falla alguna en la Palabra de Dios. Está pronto a probar que la Palabra se ha cumplido en lo que respecta a los judíos y gentiles. El plan de Dios de la salvación de los hombres, se está cumpliendo no como lo esperaríamos nosotros (ver Romanos 11:33-35); sino como lo ha prometido Dios.
La doctrina de la elección divina es la única explicación adecuada para el alejamiento de los judíos incrédulos y para el acercamiento a la fe de los gentiles. Esto es importante para nosotros, porque en el análisis final, la última explicación para los no creyentes y la fe, es la elección divina. ¿Cómo podemos explicar la incredulidad y el consiguiente juicio de los hombres? La respuesta tiene dos caras. Primero, los hombres se pierden porque no han elegido aceptar la provisión de salvación de Dios, en Jesucristo. Segundo, están perdidos porque Dios no los ha escogido. En Romanos 9, el énfasis de Pablo está puesto en esta segunda razón.
El error de los judíos, que todos los judíos son elegidos y por lo tanto deben ser salvos, estaba basado en su errada suposición que todos los israelitas son escogidos por Dios, el verdadero Dios de Israel. Los judíos conjeturaron que debido a que eran descendientes físicos de Abraham, se les garantizaba un lugar en el reino de Dios. Pablo corrige este concepto errado, informándonos que sólo por el hecho de ser descendiente de Jacob (o Israel), él o ella no es necesariamente un israelita verdadero.62 Tampoco todos los hijos de Abraham son 'hijos de Dios'.
Si al ser un descendiente físico de Abraham no es la base de nuestra entrada a las bendiciones de la salvación, ¿qué determina quién recibe estas bendiciones? La respuesta es simple: la elección divina. Los 'hijos de Dios' son los 'hijos de la promesa' (9:8). Dios prometió a Abraham que tendría un hijo y que aún teniéndolo, las promesas de Dios se cumplirían. Ismael no fue aquel hijo. Ismael fue el resultado de los esfuerzos de Abraham y Sara de concebir un hijo por métodos que no eran los que Dios pretendía -una esposa y madre subrrogante, Agar. De estos dos 'hijos' de Abraham, sólo uno era el hijo de la promesa -Isaac. Y, por lo tanto, no todos los descendientes de Abraham eran los receptores de las bendiciones prometidas por Dios. Dios eligió a Isaac y rechazó a Ismael. ¿Falló la Palabra de Dios porque eligió a Isaac y rechazó a Ismael? De ninguna manera, porque la promesa de Dios sólo le fue dada a Isaac.
Jacob y no Esaú
(Romanos 9:10-13)
Algunos podrán objetar que el principio de la elección difícilmente se puede establecer en la evidencia de la elección que Dios hizo por Isaac y de Su rechazo a Ismael. Después de todo, estos hijos tuvieron al mismo padre; pero a distintas madres y la madre de Ismael era una concubina. No nos sorprende porqué Ismael fue rechazado e Isaac elegido. Por lo tanto, Pablo señala su segunda ilustración de la elección. La elección de Dios por Jacob y su rechazo a Esaú (versículos 10-13). Estos dos hijos nacieron de los mismos padres e incluso son el producto de la misma unión. Eran mellizos. No hay dos hermanos que pudieran ser más parecidos y aún así, Dios rechazó a uno y escogió al otro.
La elección de Dios de Jacob y no de Esaú, es contraria a todo lo que pudiéramos esperar. Por costumbre, el hijo que nacía primero, recibía la primogenitura y aún así Dios indicó Su elección por el hijo más joven de Rebeca, antes que Jacob y Esaú nacieran:
"Y oró Isaac a Jehová por su mujer, que era estéril; y lo aceptó Jehová, y concibió Rebeca su mujer. Y los hijos luchaban dentro de ella; y dijo: Si es así, ¿para qué vivo yo? Y fue a consultar a Jehová; y le respondió Jehová: Dos naciones hay en tu seno, y dos pueblos serán divididos desde tus entrañas; el un pueblo será más fuerte que el otro pueblo, y el mayor servirá al menor" (Génesis 25:21-23).
Dios señaló Su elección por Jacob por sobre Esaú antes de su nacimiento, sin considerar las obras que cualquiera de ellos hiciera. Algunos insisten en que Dios elige a quien eligen, porque Él sabe de antemano quién le elegirá a Él. Suponen que Dios elige a aquellos que beneficiarán Su obra. Con mucha frecuencia escucho a gente comentar qué dinámica cristiana convendría para que alguien se salvara. Deberían considerar las palabras de Pablo que indican que la elección que Dios hizo por Jacob por sobre Esaú se hizo sin tomar en cuenta lo que podrían hacer, aparte de sus obras. No es que Dios ignorara lo que estos dos harían; más bien Su elección se hizo sin considerar sus obras. Su elección fue una declaración y una demostración de Su soberanía:
"...(pues no habían aún nacido, ni habían hecho aún ni bien ni mal, para que el propósito de Dios conforme a la elección permaneciese, no por las obras sino por el que llama), se le dijo: El mayor servirá al menor" (Romanos 9:11-12).
No debemos dejar de notar que cuando Dios eligió a Jacob por sobre Esaú, lo hizo a pesar de la fuerte preferencia que Isaac tenía por Esaú (era Rebeca quien favorecía a Jacob, mientras que Isaac prefería a Esaú, Génesis 27). Antes de comenzar, Jacob fue la elección de Dios y Esaú fue rechazado. Al finalizar, Jacob fue el hijo que recibió las bendiciones de Dios y no Esaú. Para que no pensemos que la elección de Dios por Jacob no incluyera también el rechazo por Esaú, Pablo nos recuerda:
"Como está escrito: A Jacob amé, mas a Esaú aborrecí" (Romanos 9:13).
La soberanía de Dios es demostrada en la elección que hizo de Jacob y el rechazo de Esaú.
Moisés y no Faraón
(Romanos 9:14-18)
"¿Qué, pues, diremos? ¿Qué hay injusticia en Dios? En ninguna manera. Pues a Moisés dice: Tendré misericordia del que yo tenga misericordia , y me compadeceré del que yo me compadezca. Así que no depende del que quiere, ni del que corre, sino de Dios que tiene misericordia. Porque la Escritura dice a Faraón: Para esto mismo te he levantado, para mostrar en ti mi poder, y para que mi nombre sea anunciado por toda la tierra. De manera que de quien quiere, tiene misericordia, y al que quiere endurecer, endurece"
Pablo emite una pregunta que espera una respuesta negativa: "¿Qué hay injusticia en Dios?" Si dudamos en la respuesta que se espera (el texto griego lo expresa claramente), la respuesta de Pablo saca toda duda: "En ninguna manera". Prefiero la antigua traducción de la versión King James: "¡Que Dios no lo permita!" Por supuesto, que Dios está libre de acusación alguna por injusticia. Si esta pregunta presupone una respuesta, también presupone la razón de formular esta pregunta. Pablo está enseñando la elección divina. Dios elige a uno y rechaza a otro y cuando Él elige a alguien para salvación, siempre lo hace cobre la base de la gracia, concedida por Su elección soberana y no sobre la base de las obras. Si Pablo no estuviera enseñando la doctrina de la elección, la pregunta sería inapropiada y ni siquiera merecería una respuesta. Pero Pablo estaba enseñando la elección, que es la razón por la que formula la pregunta sobre la justicia.
¿Cómo entonces puede Dios decidir salvar a un hombre y endurecer a otro sin ser acusado de injusticia? La respuesta es muy sencilla: gracia. La salvación es un asunto de la gracia soberana divina, concedida sobre aquellos que Dios elige como sus receptores. La gracia es algo maravilloso que Dios concede a los pecadores culpables que no son merecedores de las bendiciones de Dios. La justicia está relacionada con lo que la gente recibe lo que merece. Es injusticia cuando un hombre trabaja para su empleador y no se le paga. Es injusticia cuando un criminal culpable no recibe su castigo. Dios no es injusto al condenar a pecadores al tormento eterno, porque están obteniendo precisamente lo que merecen. Más aún, Dios no injusto cuando salva a gente. El castigo para los pecadores a quienes Dios ha salvado, ha sido cargado por el Señor Jesucristo, quien murió en lugar del pecador, trayendo sobre Sí la ira de Dios. Por lo tanto, Dios es justo al condenar a los hombres a cargar la penalidad que merecen y es justo al salvar a los hombres, cuya penalidad ha cargado Cristo.
"Pero ahora, aparte de la ley, se ha manifestado la justicia de Dios, testificada por la ley y por los profetas; la justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia, por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios, siendo justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención que es en Cristo Jesús, a quien Dios puso como propiciación por medio de la fe en su sangre, para manifestar su justicia, a causa de haber pasado por alto, en su paciencia, los pecados pasados, con la mira de manifestar en este tiempo su justicia, a fin de que él sea justo, y el que justifica al que es de la fe de Jesús" (Romanos 3:21-26).
Observen el tono de las palabras de Pablo en Romanos 9:14-18. No son apologéticas. Pablo no está dudando en la respuesta. Es valiente y está confiado. Se irrita ante la posibilidad que alguien pudiera sugerir que Dios es injusto con respecto a la elección. No tiene interés en defender a Dios, sino más bien en declarar la soberanía de Dios.
A través de Moisés, Dios desplegó Su gracia. Cuando Dios comenzó a revelar Su gloria a Moisés en Éxodo 13 (cuyo clímax se encuentra en el Capítulo 34), Él declaró que Su misericordia sería otorgada soberanamente a quienes Él quisiera. La razón por la que alguna persona recibió Su gracia, no debía encontrarse en la persona, la receptora de Sus bendiciones, sino en Dios, el que bendice. La gracia es un don no merecido y por lo tanto, debe ser concedido soberanamente, pues nunca seremos merecedores de ella. Si alguien pudiera ser merecedor del favor de Dios (algo que nadie puede), las bendiciones de Dios no serían entregadas sobre la base de la gracia, sino de las obras. Pero por cuanto nadie es merecedor del favor divino, cada una de las bendiciones de Dios es otorgada sobre la base de la gracia, sin otro factor de decisión que la soberana elección de Dios.
Dios habló directamente a Moisés (versículo 15) e indirectamente con el Faraón (a través de Moisés y de las Escrituras) (versículo 17). El Faraón también fue elegido; pero para un rol y destino muy diferentes. Él fue considerado para que el poder de Dios pudiera ser demostrado debido a su oposición contumaz. La victoria de Dios sobre el Faraón, por medio de las plagas y después por medio de la separación del Mar Rojo, fue ampliamente proclamada (ver Éxodo 15:14-16). Dios fue glorificado a través del endurecimiento del corazón del Faraón, de la misma manera que fue glorificado a través de Moisés.
Aquí tenemos una verdad muy importante, que al parecer desconocen varios cristianos. Aparentemente, muchos piensan que Dios sufre un tipo de derrota cuando los pecadores no se arrepienten y no tienen fe en Él. Suponen que Dios sólo es glorificado a través de la salvación de los perdidos y no en la condenación de los pecadores que se resisten tozudamente. De hecho, Dios es glorificado a través de la salvación de los pecadores y de la condenación de los mismos. Dios revela Su misericordia al salvar a los pecadores y Su poder triunfando sobre quienes se oponen a Él. Dios no es avergonzado por quienes lo rechazan. Él no 'necesita' salvar hombres para ser glorificados por ellos.
Otra Objeción
(Romanos 9:19-23)
"Pero me dirás: ¿Por qué, pues, inculpa? Porque ¿quién ha resistido a su voluntad? Mas antes, oh hombre, ¿quién eres tú, para que alterques con Dios? ¿Dirá el vaso de barro al que lo formó: ¿Por qué me has hecho así? ¿O no tiene potestad el alfarero sobre el barro, para hacer de la misma masa un vaso para honra y otro para deshonra? ¿Y qué, si Dios, queriendo mostrar su ira y hacer notorio su poder, soportó con mucha paciencia los vasos de ira preparados para destrucción, y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria"
Hay una respuesta para esta pregunta; pero Pablo no la responderá hasta que no haya señalado un punto de mucha importancia. El versículo 19, no es sólo una pregunta; es un insulto porque pone en duda la integridad de Dios. En realidad es una acusación en contra de Dios. No espera recibir una respuesta; da la impresión que al formular la pregunta, Dios será silenciado.
En este Capítulo, Pablo ha estado enseñando la soberanía de Dios. Siglos antes que Pablo viviera, Dios llevó hasta Sus rodillas a un rey babilónico. Este gran rey aprendió algunas lecciones muy importantes acerca de la soberanía. Lo primero que aprendió Nabucodonosor, fue que aunque Dios concede a los hombres cierto grado de soberanía sobre la tierra (ver Daniel 2:37, 9:18ss.), en última instancia, sólo Él es soberano:
"Mas al fin del tiempo yo Nabucodonosor alcé mis ojos al cielo, y mi razón me fue devuelta; y bendije al Altísimo, y alabé y glorifiqué al que vive para siempre, cuyo dominio es sempiterno, y su reino por todas las edades. Todos los habitantes de la tierra son considerados como nada; y él hace según su voluntad en el ejército del cielo, y en los habitantes de la tierra, y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces? En el mismo tiempo mi razón me fue devuelta, y la majestad de mi reino, mi dignidad y mi grandeza volvieron a mí, y mis gobernadores y mis consejeros me buscaron; y fui restablecido en mi reino, y mayor grandeza me fue añadida. Ahora yo Nabucodonosor alabo, engrandezco y glorifico al Rey del cielo, porque todas sus obras son verdaderas, y sus caminos justos; y él puede humillar a los que andan con soberbia" (Daniel 4:34-37).
"...y no hay quien detenga su mano, y le diga: ¿Qué haces?" (Daniel 4:35).
Soberanía significa que aquel que es soberano está en completo control de todo, está por sobre todo cuestionamiento que pueda hacer algún subordinado. Pablo es muy sensible a este hecho y por lo tanto, reaccionan en forma inmediata, censurando la actitud del que pregunta. ¿Quién es el hombre para cuestionar a Dios? Dios es el Creador y es Su prerrogativa que los hombres usen Su creación de alguna forma. Él elige. Los hombres son Su creación y ellos no tienen derecho alguno a cuestionar a su Creador. Si Dios elige uno de sus vasos para que le dé gloria siendo un vaso preparado para destrucción, es Su derecho. Si Dios elige recibir gloria haciendo que otro vaso sea de misericordia, un vaso que Él salvará, también es Su prerrogativa.
El poder de Dios está demostrado por el derramamiento de Su ira sobre los pecadores, como lo fue durante el Éxodo. La misericordia y la gracia de Dios se demuestran por el derramamiento de Su gracia sobre pecadores que no la merecen, salvándolos a pesar de su pecado. Su atraso en destruir "los vasos de la ira", es a propósito, permitiéndole tiempo para demostrar Su gracia a "los vasos de misericordia". Y estos "vasos de misericordia" incluyen a algunos que eran judíos y otros, gentiles.
Gentiles y No Sólo Judíos
(Romanos 9:24-29)
Siempre me asombro la lentitud con que los discípulos (¡y yo también!) comprendieron las enseñanzas del Señor. Incluso después de la muerte, del entierro, de la resurrección y de la ascensión de nuestro Señor, vemos que los apóstoles fueron lentos a abrazar las enseñanzas del Antiguo Testamento y de Jesús, en el Libro de los Hechos. En Hechos 1:8, Jesús les dijo:
"Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra" (Hechos 1:8).
Esto no fue sino una repetición de lo que Jesús ya les había ordenado a Sus discípulos antes de Su muerte:
"Y Jesús se acercó y les habló diciendo: Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo" (Mateo 28:18-20; énfasis del autor).
¿Se dispusieron los discípulos a evangelizar en forma inmediata a los gentiles en el Libro de los Hechos? Ciertamente, no. En realidad, se resistieron. La evangelización de los gentiles se produjo a pesar de los apóstoles, más que debido a ellos -otra evidencia de la soberanía de Dios en la salvación. Tuvo que producirse una intensa persecución para dispersar a los judíos desde Jerusalén (Hechos 8:1ss.). Pedro tuvo que tener una visión dramática y reiterada para que fuera a la casa de Cornelio, un gentil, para predicar el evangelio (ver Hechos 10:1ss.). Y cuando la palabra alcanzó los oídos de los líderes judíos de la iglesia de Jerusalén, Pedro fue llamado y censurado por predicarle a los gentiles (Hechos 11:1-3).
El argumento de Pedro fue muy apremiante. Tuvieron que admitir que Dios también tenía la intención de salvar a los gentiles; pero observen lo que hicieron cuando oyeron esto -nada:
"Y cuando comencé a hablar, cayó el Espíritu Santo sobre ellos también, como sobre nosotros al principio. Entonces me acordé de lo dicho por el Señor, cuando dijo: Juan ciertamente bautizó en agua, mas vosotros seréis bautizados con el Espíritu Santo. Si Dios, pues, les concedió también el mismo don que a nosotros que hemos creído en el Señor Jesucristo, ¿quién era yo que pudiese estorbar a Dios? Entonces, oídas estas cosas, callaron, y glorificaron a Dios, diciendo: ¡De manera que también a los gentiles ha dado Dios arrepentimiento para vida! Ahora bien, los que habían sido esparcidos a causa de la persecución, que hubo con motivo de Esteban, pasaron hasta Fenicia, Chipre y Antioquía, no hablando a nadie la palabra, sino sólo a los judíos. Pero había entre ellos unos varones de Chipre y de Cirene, los cuales, cuando entraron en Antioquía, hablaron también a los griegos, anunciando el evangelio del Señor Jesús. Y la mano del Señor estaba con ellos, y gran número creyó y se convirtió al Señor" (Hechos 11:15-21)
Si no hubiera sido por ese grupo anónimo de judíos helénicos, que no sabían nada mejor que compartir su fe con los gentiles, la iglesia gentil de Antioquía jamás se hubiera establecido (humanamente hablando, por supuesto).
Cuando llegamos al versículo 24 de Romanos 9, Pablo desea que sus lectores comprendan que la salvación de muchos gentiles y la incredulidad de muchos judíos, no debieran sorprendernos. Ahora, él se refiere al Antiguo Testamento para demostrar que lejos de que las promesas habían fracasado por la fe de los gentiles y por la incredulidad de los judíos, Sus promesas han sido cumplidas:
"...y para hacer notorias las riquezas de su gloria, las mostró para con los vasos de misericordia que él preparó de antemano para gloria, a los cuales también ha llamado, esto es, a nosotros, no sólo de los judíos, sino también de los gentiles? Como también en Oseas dice: Llamaré pueblo al que no era mi pueblo, y a la no amada, amada. Y en el lugar donde se les dijo: Vosotros no sois pueblo mío, allí serán llamados hijos del Dios viviente. También Isaías clama tocante a Israel: Si fuere el número de los hijos de Israel como la arena del mar, tan sólo el remanente será salvo; porque el Señor ejecutará su sentencia sobre la tierra en justicia y con prontitud. Y como antes dijo Isaías: Si el Señor de los ejércitos no nos hubiera dejado descendencia, como Sodoma habríamos venido a ser, y a Gomorra seríamos semejantes. ¿Qué, pues, diremos? Que los gentiles, que no iban tras la justicia, es decir, la justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia que es por fe; mas Israel, que iba tras una ley de justicia, no la alcanzó. ¿Por qué? Porque iban tras ellas no por fe, sino como por obras de la ley, pues tropezaron en la piedra de tropiezo, como está escrito: He aquí pongo en Sion piedra de tropiezo y roca de caída; y el que creyere en él, no será avergonzado" (Romanos 9:23-33).
Conclusión
Todos los que Dios elige para ser salvos, son pecadores perdidos, muertos en sus iniquidades y pecados, cautivos no sólo en sus propios pecados, sino que en Satanás mismo, sin ninguna diferencia con aquellos que han pasado una eternidad en el infierno (ver Efesios 2:1-3). Aquellos que Dios salva, no le buscan a Él; son salvos sin considerar si habían buscado lo justo (Romanos 9:30-33). No son salvos por lo que son, por lo que serán o por lo que podrían ser (Romanos 9:11). Han sido escogidos y salvados, no por alguna decisión que hayan hecho; más bien la decisión de confiar en Dios es el resultado de Su obra y no de la del hombre (Juan 1:12; Hechos 13:48; 16:14; Filipenses 1:29; 2:12-13). A través de Su Espíritu, Dios regenera al que está muerto en sus transgresiones y pecados, dándole tanto vida como fe de manera que el individuo es ahora atraído a Él (Juan 6:44) y expresa su fe en Jesucristo para su salvación; una fe que también viene de Dios (Efesios 2:8-9; 1ª Corintios 4:7); es así que la salvación es considerada como la obra de la soberanía de Dios -no de los hombres (Romanos 9:11, 15-16; 11:36; 1ª Corintios 1:30-31; Hebreos 12:2).
¿Se afligen algunos porque Dios elige a algunos y a otros no? ¡No debieran! Cuando Dios elige salvar a alguien, ese alguien nunca lo hubiera elegido a Él. Michael Horton lo describe así:
"Esencialmente, la elección es un acto en el que Dios toma la decisión por nosotros; una decisión que nunca la habríamos hecho por Él
Si Dios hubiera elegido a aquellos que eran merecedores de Su salvación, no hubiera elegido a nadie. La elección es la prerrogativa de un Dios soberano de elegir a algunos. La elección está basada solamente en la gracia de Dios y no en nuestros propios méritos. La elección es la obra externa de la gracia y el único medio por el cual los pecadores pueden ser salvos. No es una doctrina que deba angustiarnos, sino una doctrina en la cual deberíamos gozarnos. Es la base de la gratitud y de la adoración. Tal como Pablo lo expresó en el Capítulo 12:
"Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta" (Romanos 12:1-2; énfasis del autor).
La conclusión de los Capítulos 9-11 de Romanos, es no escatimar el reconocimiento de la soberanía de Dios, sino una adoración gozosa de Su soberanía:
"¡Oh, profundidad de las riquezas de la sabiduría y de la ciencia de Dios! ¡Cuán insondables son sus juicios, e inescrutables sus caminos! Porque, ¿quién entendió la mente del Señor? ¿O quién fue su consejero? ¿O quién le dio a él primero, para que le fuese recompensado? Porque de él, y por él, y para él, son todas las cosas. A él sea la gloria por los siglos. Amén" (Romanos 11:33-36)
La soberanía de Dios es un incentivo para orar por la salvación de los perdidos y una fuente de consuelo cuando alguien rechaza Su ofrecimiento de salvación en Cristo. El saber que Dios es soberano en la salvación, es un gran incentivo para ser testigo, porque sé que Dios cumplirá Su propósito. A pesar de mis fracasos al presentar el evangelio y de la ceguera de aquellos a quien se les predica, Dios es el Único que salva. Mi tarea y la suya en la evangelización, jamás es en vano. Incluso cuando los hombres rechazan el evangelio, Dios es glorificado en la predicación de Su evangelio, crean o no los hombres en esa palabra. Él es glorificado tanto por la salvación de los pecadores como por el castigo eterno de los pecadores.
Por último, los hombres no son salvos porque los hayamos convencido o incluso porque decidieron (ellos primero) creer en Dios. Los hombres son salvos porque Dios los ha elegido, los ha iluminado mediante Su Espíritu para que comprendan el evangelio y los ha llamado eficazmente abriéndoles sus corazones para que respondan al evangelio. ¿A quién consideraría usted que tiene el control del destino eterno de los hombres, a hombres pecadores o a un Dios amante, misericordioso y soberano? ¿A quién clamaría para la salvación de los hombres? Él es un Dios que nos ama y que se deleita en contestar nuestras oraciones. Regocijémonos en que la salvación de nuestros seres queridos está en Sus manos y que podemos suplicarle que los salve. Y cuando nuestros seres queridos rechazan el evangelio, sabemos que Él es capaz de salvarlos. Cuando nuestros seres queridos mueren sin haber llegado a tener fe, sabemos que esto no toma a Dios por sorpresa, sino que es parte de Su gran y eterno plan.
A menudo en nuestra presentación del evangelio, temo que no representamos completamente a Dios y degradamos Su gloria en el cuadro que mostramos a los perdidos. El evangelio no debe ser visto como a Dios suplicando y argumentando desesperadamente para que le elijan. El evangelio es un mandato y así lo debemos proclamar a los pecadores perdidos. Sabemos que no podemos convencer a los hombres de su pecado o hacer que se vuelvan a Cristo; pero Dios puede y lo hace con todos los que Él a elegido. Nunca retratemos a un Dios débil, dependiente de las decisiones de los hombres; más bien debemos proclamar al verdadero Dios, que siempre consigue lo que se propone.
No nos asombra que el evangelio es ofensivo para los pecadores perdidos que quieren pensar que son 'víctimas de su destino', los 'capitanes de sus almas'. No tenemos el control. Los hombres perdidos son pecadores, que han ofendido al Dios recto y santo y que están destinados al infierno eterno. No pueden hacer nada para salvarse a sí mismos. Deben reconocer sus pecados y someterse a la misericordia de Dios para hacerse merecedores en la sangre vertida de Jesucristo, quien pagó la pena por los pecados de los hombres y que ofreció a los pecadores no merecedores, Su justicia. El evangelio es una oferta gloriosa para los pecadores perdidos, quienes saben que no pueden hacer nada por salvarse a sí mismos. El evangelio es una ofensa para los que se creen justos por sí mismos, quienes piensan que pueden salvarse a sí mismos, por sus propios méritos.
¿Ha reconocido usted su pecado y su culpa? ¿Se ha sometido al Dios soberano del universo y ha aceptado Su provisión para su salvación? Yo no puedo convencerlo o convertirlo. Le puedo decir que por sus pecados merece una eternidad en el infierno y que Dios, por Su gracia, ha enviado a Su Hijo Jesucristo, para tomar el lugar del pecador y darle a los hombres Su justicia. Él ha prometido que Su Espíritu convencerá a los pecadores perdidos de su pecado, de Su justicia y del juicio eterno. ¿Se someterá usted a Dios aceptando Su forma de salvación, la única manera de salvación? Oro para que lo haga.
¿Cuál es la Relación entre Regeneración y Creer?
Considere estos pensamientos en la relación entre la regeneración y creer:
Todos los hombres están muertos en sus transgresiones y pecados, indiferentes frente a Dios e incapaces de hacer algo para cambiar su condición (ver Efesios 2:1-3). Los que están muertos en sus transgresiones y pecados, no comprenden a Dios; no tienen en consideración el evangelio ni buscan a Dios. Están destinados a enfrentarse con la ira de Dios, apartados desesperanzadamente de la intervención de la gracia divina.
La regeneración es la obra sobrenatural de Dios, que da vida a los hombres muertos (Efesios 2:5; Tito 3:5).
La fe es un don que da Dios a quienes Su Espíritu Santo ha regenerado, permitiendo así que los elegidos por Él respondan al evangelio, confiando en Jesucristo para su salvación (Efesios 2:8-9).
La regeneración precede al creer. La regeneración es la obra del Espíritu Santo, mediante la cual concede vida al que está espiritualmente muerto. Esta nueva vida es expresada por la fe en la persona y en la obra de Jesucristo. Dios es el que la inicia -la causa inicial- y por lo tanto, la fe del hombre es el resultado de la obra de Dios en el hombre.
Esto significa que la salvación es, por último, obra de Dios. Él es el que la inicia y nosotros respondemos (ver 1ª Juan 4:19). Él es el autor y el que perfeccionador de nuestra fe (Hebreos 12:1-2). Él completará lo que ha comenzado en nosotros (Filipenses 1:6). En consecuencia, vemos que Dios se describe como la fe de los hombres (Hechos 13:48; 16:14).
La otra visión (la incorrecta), es que el hombre actúa primero, confiando en Dios y después Dios responde concediéndole la salvación, en respuesta a la fe del hombre. En este caso, el hombre es la primera causa. El problema con este punto de vista es que se contradice con las Escrituras. Niega la soberanía de Dios y niega la depravación del hombre. ¿Cómo puede un hombre muerto, que odia a Dios y no le busca, repentinamente y por propia iniciativa volverse a Dios con fe? (ver Romanos 3:9-18).